lunes, 14 de febrero de 2011

Burbujas, y arcoirirs

Hoy han pasado cosas. No solo por ser 14. Supongo que hay momentos y momentos para cada cosa, y comentarios para cada estela que te deja una historia. Ah, no tengo comentarios sobre aquello, ahora que lo pienso… tenía algo escrito para hoy, y a pesar de que cuando lo escribí tenía sentido, ahora mismo hay una sensación que predomina por otra situación. No es nada malo, pero aún siento el regusto por aquello último digerido, y no tengo todo el ánimo que pensé tener al momento de publicar la entrada.

Lo haré de todas formas si te lo preguntas. Y no creo que esto haya sido un introducción innecesaria; supongo que la inspiración y los ánimos de quien escribe, son igual de importantes que toda la superficie que pueden leer a simpleza.

No tengo un gran historial de romances. No tengo siquiera medio año de uno. No tengo la madures –o inmadures, que tu criterio decida- para sentir el amor idiotizado que se describe en novelas, teleseries y cuentos de hadas. No tengo nada más, ni nada menos, que un puñado tacaño de aromas, tactos y… burbujas. Sobre todo burbujas.

Solo puedo ofrecer dos meses de un pequeño cambio –grande o pequeño, permanente o temporal, no importa-.

Dos meses de salir con mi primer novio.

Si, si. Ya que estamos en fechas de mamonerías, corazones y chocolate (sin contar que ahora mismo estoy sintiendo necesidad de esa persona), dejaré a la polola, a mi, fuera de su cajita para que camine sobre estas páginas, mientras la observo desde mi perspectiva crítica, e interfiero en su andar, solo por curiosidad de mi misma.

Supongo que ya no sé que esperar. Si me lo preguntas, hasta un par de meses atrás, pensaba que las parejas eran unos sínicos influenciables que repetían lo que veían en las telenovelas venezolanas o películas holywoodenses, hablaban boberías y, por sobre todo aquello, subestimaban el valor de un ‘te amo’. Si, es lo que más me reventaba.

A pesar de ello, yo misma terminé dentro de aquél saco. No solo por los ‘te amo’, sino además por las canciones dedicadas, por los dibujos mamones, por las llamadas de más de hora y media, por los ramos de flores, por las letras de canciones impregnadas en la pared…

Y no me arrepiento. Más que arrepentirme, no creo haber hecho mejor.

¿Han visto lo hipnotizante que es una burbuja?, ¿percatas aquella superficie, aquella delicadeza de su transparencia, y la caricia de su suavidad?, ¿has notado esa superficie arcoiris y la clama que contagia?, ¿has notado, también, lo perfecto que es un momento capturado por la perfección de una burbuja, lo colorido que se ve el mundo a su través, y la alegría que se siente al reventar aquél centro de perfección, pigmentando en el acto su alrededor?

Así, así tal cual como las burbujas, es lo que sucede conmigo con mi persona especial.

¿Que qué hay de distinto con las mariposas en el estómago? Pues, que son más rígidas, más bruscas; no me aceleran el corazón a mil y no me desesperan mientras raspan mi estómago. ¿Qué mi corazón queda fuera?, te equivocas. Mi corazón no desespera y explosa, más bien… murmura. Mi corazón murmura canciones, susurra momentos y cuenta burbujas. Es pura suavidad.

¿Y aún así digo que lo mío, es amor?, ¿que soy hipócrita por expresar mi cariño con las mamonerías ya mencionadas tomando en cuenta el tiempo que llevo así?

No sé por qué me doy la innecesaria molestia de explicarlo, como si debiera explicaciones. Pero… si has pasado el tiempo suficiente como para permanecer de pie con, solamente, la vaga y débil esperanza de que las cosas pudieran mejorar; si a pesar de tus intentos de ser feliz, llenas el entorno con vacíos de pura soledad; si con ello, de repente, notas que todo tu mundo de periódico se vuelve multicolor al llenarse de burbujas, y estas al reventarse, liberan los recuerdos que mantenían capturados en su interior, saturando el ambiente de puras risas, y emociones en la garganta… dime, ¿cómo no ibas a amar, cada vez más, a quien sin intención de ello, le da la pincelada de color que le faltaba a tu mundo?

¿Cómo no iba a nacer en mí un ‘te amo’ a partir de un ‘te quiero’?

Tal vez no es el amor de mi vida, ni el amor más grande ni demáses. Es nada más, y nada menos, que mi primer amor, que un conjunto de burbujas multicolores, y como sea que termine o lo que sea que pase, lo recordaré siempre; y sinceramente, no pudo haber sido un mejor comienzo.

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