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domingo, 21 de noviembre de 2010Como 100 años subjetivosPuede parecer algo extraño a comparación de otras opiniones provenientes de mis pares, pero, al menos para mi, han sido los cuatro años más largos y consientes que he tenido, hasta la fecha.Es ahora cuando me doy cuenta que las frases célebres y libros de autoayuda no mienten al mencionar la subjetividad del tiempo. No es mentira que la Tierra se traslada y rota de la misma forma y a la misma velocidad para todos, que cada habitante del suelo terrestre está sometido al ritmo que imponga el planeta, y tampoco es mentira que, aún así, en todas las ventanas por donde se mira, se logra ver un cielo distinto. He de admitir que pareciera que fue ayer cuando ingresé a cuarto medio, y hoy ya soy ex-alumna del grado. No así si lo pienso desde la perspectiva de los cursos inferiores; me parecen tan remotos, que hasta puedo sentir que me he ganado sus buenas arrugas en la frente por el tiempo que se ha sobrecargado en mi subjetividad. Han pasado 100 años desde que me cambié de colegio de barrio, anónimo y aislado, a uno urbano, emblemático y público, masivo. En aquel tiempo el cielo seguía azul, y las nubes blancas, pero mi verdadera persona no existía entonces, ni tampoco existía esa extensión polarizada en mi mente; no, mi parte 'depresiva' no existía. 100 años tuve de caídas, de caídas a la fria y áspera acera, caídas donde aterrizas con toda la boca, con todos los dientes, con toda la lengua apretada entre la quijada y la garganta, con todo el peso de tu cuerpo sobre un par de piezas de calcio que rasguñan el suelo esperando a que el rose las detenga; 100 años en que, seguramente, hubiera seguido desfigurando mi rostro, si... Si no fuera por esos 100 años de arrepentimiento, si no fuera por tanto tiempo perdido... estoy segura, que no tendría nada de lo que tengo ahora, ni lo valoraría tanto como lo hago ahora. Si no fuera porque los necesitaba, no hubieran habido abrazos, no hubieran habido hombros, ni pañuelos, ni lágrimas compartidas, ni mejillas arreboladas, ni risas contenidas, ni desesperación por alguien... ni desesperación por querer a alguien, por quererme a mi. ![]() En 100 años, se me han ido las fuerzas, el aliento y la vida, y a cambio, han llegado todos quienes me dieron de lo suyo para hacerlo mio, han llegado todos y cada uno de los que, hoy, tienen un pedazo de mis recuerdos y todo mi corazón. Por ese panda que, a pesar de que yo si lo hice, él nunca me abandonó. Por ese girasol que, a pesar de la sombra, siempre miro hacia el sol. Por ese gato y ese perro, que nunca se olvidaron de mi. Por una Mani, y una Karina, por una Danyhia y una Rosa, una Mary y una Pame, por una Bianquita, por una Naty y una Silvana, por un Joaquín, por un Claudio, por un Leo, un Rodrigo y un Fernando, por un Carlitos, por el señor farmacéutico, por los amigos de los amigos, por las polillas en el salón de clases, por los chicos de los autobuses que te suben el autoestima, por el cielo azul y las nubes esponjosas, por los colores bonitos y los efectos en photoshop, por la música clásica y el metal progresivo, por el verde y el azul, por las películas mamonas, por los fines de semana de películas con mamá, por los juegos de playstation con mi hermano, por los abrazos al Sebastian, por las travesuras de mi perra, y por toda mi familia. ¿Qué sería de todo eso, de todo eso y más, si no fuera porque, esos 100 años, fueron cronológicamene 3? ¿si no fuera porque se me acabó la vida, quiénes hubieran llegado a mi para dármela otra vez? o no, no para darmela, para enseñarme a como recuperarla. Los limites de los años también se disuelven con el hoy, pero no se entremezclan con el ahora, ya no se presenta el pasado en la contemporánea era, ni el futuro en mis memorias. Ahora, me cuesta entrever el inicio del curso normal del día en mi ventana. ¿Cuándo fue que el cielo se volvió tan azul, tan fresco, tan desigual, tan mentira, tan perfecto? Alguien dijo alguna vez, que el tiempo es subjetivo. No lo niego, si lo es. Pero, dentro de toda subjetividad, hay algo de realidad. Y la realidad es que, estoy enormemente agradecida de lo que he ganado de toda esa experiencia, de toda esa experiencia que no gana una persona normal a mi edad. Estoy agradecida de conocer a la gente que conozco, de reestablecer comunicación con mi familia, de ustedes, mis (pocos, pero fieles) lectores, porque me encanta saber que siempre habrá alguien para escucharme/leerme. En estos cuatro años de enseñanza media, de 3 años locos y uno de cordura, se me ha pasado toda una vida intentando entender lo que aún no comprendo bien, pero de lo que, por lo menos, ya tengo nociones. Supongo que... crecí otro poco. Gracias por todo aquello vivido, vida; tenme mas adelante a más personas a quien conocer, y mas cosas que vivir, porque hay muchas cosas que quiero saber, y cosas que he de hacer... ¿me darías, más adelante, 100 años para vivir todo lo que me tienes preparado? Etiquetas: reflexiones
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