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lunes, 23 de noviembre de 2009InsensibleHoy no tengo razones para una entrada en especial.Quiero escribir. Sé que lo hago pésimo; nunca me gustó mi redacción y el cómo doy a entender mis ideas. Comunmente me doy cuenta de que escribo algo muy distinto a lo que tengo en mente. Aunque... jamás planeo una entrada antes de escribirla, solo saco el tapón de mis oídos para dejar salir lo que da vueltas en mi cabeza en el momento. Digamos que solo tengo ganas de balbucear. Digamos que, por razones tan comunes -que en realidad, no son razones, sino cotidianidades- como viajar a mi casa en un autobus mirando hacia fuera por la ventana, por donde están las líneas férreas del tren y por donde alrededor brotan plantas y flores que nadie planeó cultivar, empezé a sumirme en un mundo onírico, y era tan simple, que me conmoví. El calor no parecía tan agobiante, el pasto seco crujía casi imperceptiblemente al mecerlo la brisa, y mis pies estaban estáticos sobre una tabla de madera, gastada por los años, de las líneas que guían el camino de la máquina -que por ese entonces, parecía estar viajando muy lejos de donde yo estaba-. El cielo era de un imperfecto azul, aclaraba mientras más al horizonte se dirigía. Y yo, ahí, buscando con la mirada el final de la línea; sin motivo y movida por mera curiosidad, mis pies andaban. ¿Era curiosidad? ¿o era simple capricho? tal vez solo quería dar un paseo, o quería... no lo sé. Caminaba. Y era extraño, nada venía detrás, nadie me apresuraba. Me gustaría caminar por las líneas del tren. Lástima que si lo hago, hay grandes posibilidades que de la nada aprezca algun hombre con alto grado de sicopatía o trastorno mental, y haga algo que no quiero nombrar. Hoy hace calor. Y por alguna razón, no siento nada. Aveces yo misma me impongo sueños cuando estoy despierta, y por cada imagen proyectada en mi cerebro se crea una sensación. Suelen ser la recreación de lo que quiero, o lo que callo. Suelen darme cosquillas. Suelo autoimponerme imágenes para sentir cosquillas o esa sensación grata de cuando imaginas, ¿entiendes? No siempre me funciona. Aveces escucho música y, sin quererlo, sin darme cuenta, sin que yo lograra verlo venir; los sonidos irrumpen en mi pecho causando una explosión de flujo sanguíneo, arrebolándose mis mejillas y acelerando mi rítmo cardíaco. Toda proyección de imágenes se bloquea y, si bien, la retina de mis ojos permanece expuesta a toda luz del ambiente, olvido como ver, olvido como pensar, olvido como recordar, y casi como respirar. Es como sumergirse en el más gran éxtasis, o como consumir -según dicen- kilos y kilos de cocaína. Aveces camino. Puede ser cualquier día, cualquier estación. A mi me gusta. Aveces camino, y siempre -más bien, siempre que olvido el ahora, porque la realidad desvía mi atención- me llaman la atención las ramificaciones de las hojas de las plantas, o de los árboles, o la gota de sabia que corre por el tronco de un árbol, o la intensidad del color de una azucena, o una mariposa blanca sobre una margarita. Me gusta. También me gusta mirar las sombras proyectadas por la arboleada que hay camino a mi casa, y a su vez, mirar como luchan los rayos del sol por salir de entre las copas de los árboles, y crean pequeños umbrales de luz, pequeños arcoiris, pequeños mundos conocidos y hasta mundos sin nombre, porque pocos pueden verlos a simple vista. Aveces me doy cuenta que busco otras maneras para crear emoción. Y otras, me atacan situaciones de otras maneras, y me provocan emoción. No es algo común, como lo sería buscar a alguien para que te haga sentir alguna emoción, más no por eso es anormal... o eso creo. Aveces... Como quien es consumido por una colosal oleada de adversidad y rompe la burbuja que inocentemente soplaba un niño, reconocí un cartel publicitario de ventas de piscinas; era la señal para bajarme del autobus. Recordé que era día lunes, que estaba empezando la semana, que debía llegar a completar el vocabulario para mañana, que debía estudiar el martes para el examen final de Biología del miércoles, para después hacer la guía de Biología II al llegar a casa ese mismo día. Finalmente, estudiar el jueves para el examen de Química del viernes, y el viernes... no sé que tengo que hacer el viernes. Olvidé también que, al bajarme del autobus, siempre tengo las líneas del tren frente a mi. No es hasta que cruzo la calle y estoy lejos, cuando la recerdo. Aveces... Aveces creo que soy insensible. Etiquetas: asdf
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